El Chelsea llegó al partido del domingo contra el Arsenal desesperado por conseguir una victoria en casa contra sus viejos enemigos para romper una racha horrible en Stamford Bridge contra sus rivales londinenses.
Esta iba a ser una verdadera muestra del nivel que ha alcanzado el equipo de Enzo Maresca. El Arsenal es, aunque duela decirlo, el mejor equipo de Europa en este momento. Su único rival por el título era el Bayern de Múnich, y los Gunners lo vencieron con bastante comodidad a mitad de semana.
El Chelsea no consiguió la victoria que deseaba, pero el empate que obtuvo fue especialmente alentador dadas las circunstancias. Tras una primera parte violenta (aunque absorbente), Moisés Caicedo recibió la tarjeta roja por una dura entrada a Mikel Merino.
En ese momento, parecía que iba a ser otra jornada decepcionante en casa contra el Arsenal. Pero en cambio, el equipo de Maresca resistió, logró marcar un gol y mantuvo a su rival a solo uno.
Hay que reconocerle el mérito a Reece James, quien jugó en un mediocampo ahora desprovisto de su principal fuente de carrera y presión. El partido estaba decidido a menos que ofreciera una actuación de primera, y eso fue precisamente lo que hizo. Su actuación se puede resumir en dos estadísticas.
En primer lugar, sus duelos: ganó once (la mayor cantidad junto con Jurrien Timber) y perdió solo dos. Esa increíble proporción demuestra lo bien que resistió el desafío físico que le planteó el Arsenal.
En segundo lugar, el hecho de que James provocara cuatro faltas de jugadores rivales. No solo fue la mayor cantidad en el partido, sino que también provocó tres amarillas para los jugadores del Arsenal.
Eso demuestra lo desesperados que estaban por detenerlo mientras avanzaba por el centro del campo una y otra vez. Con solo 10 hombres contra un equipo de élite, el Chelsea necesitaba que su capitán jugara como si fueran dos jugadores, y así lo hizo.